Siempre he creído que la educación es una de las herramientas más poderosas, bellas y eficientes para transformar esta realidad que nos toca vivir.
Una realidad que cada día resulta más injusta y excluyente; en la que quiénes dictan las reglas fomentan el odio y el enfrentamiento de ‘pobres contra pobres’ con el único objetivo de ‘acumular por acumular’. La desinformación, las fake news, el fundamentalismo, y la apelación al sentimiento por sobre el conocimiento científico, son algunas de las armas empleadas por el 1% que controla el poder mundial, y con la que han construido un sentido común. El neoliberalismo es ese ‘pensamiento único’ que ha servido para romper los lazos de solidaridad, promoviendo el individualismo, el egoísmo, la desesperanza y el abandono de la política como instrumento democrático de transformación.
Estoy convencido que es imprescindible trabajar en la construcción de una cultura contra-hegemónica crítica y alternativa. Que es necesario dar la batalla cultural. Entender que todo es político, que la realidad es política y, en consecuencia, la educación siempre es política.
Como decía Paulo Freire, la educación puede servir para oprimir o liberar. Es nuestra decisión, como integrantes de la comunidad educativa, decidir de qué lado queremos estar.
En este contexto, creo que la Universidad no puede permanecer ajena a los problemas y necesidades de la Sociedad, y en especial los de las clases populares. Deseo una Universidad que asuma el Compromiso Social de trabajar en la construcción de un pensamiento crítico alternativo, que ayude a empoderar a quienes el sistema económico dominante quiere excluir.
La compleja realidad actual exige que todas las personas interesadas en la defensa de los derechos de la clase trabajadora, de quienes ‘menos tienen’, posean los conocimientos y las herramientas necesarias para comprender esa realidad, pensar alternativas, y construir respuestas idóneas. La praxis por sí sola resulta insuficiente. Es menester adquirir un conocimiento teórico sólido, a la vez que contar con la capacidad para expresar y transmitir ese saber, y así lograr un efecto multiplicador.
Sueño con una utopía realizable: que forjemos educación de calidad para la formación de un pensamiento crítico alternativo, opuesto a los poderes dominantes, con el que profesionales de la educación, trabajadorxs e integrantes de movimientos sociales y de la sociedad civil, de manera conjunta y colaborativa, ayudemos a construir una sociedad diferente, más libre, igualitaria, justa, inclusiva, sin discriminaciones de ningún tipo, y ecológicamente sustentable.